iD-Speech: “¿Ecosistemas de la piel? Nos deslizamos sobre las mucosas para cruzar los horizontes de la evolución”

Cuando pensamos en ecosistemas, lo primero que se nos viene a la mente son bosques, planicies, playas y montañas, entre otros. Hacemos alusión a todo tipo de asociación entre poblaciones de organismos bien definidos, que ocupan un hábitat y tiene un nicho específico. Pero por un momento veamos más allá, o más cerca. Existe una vasta variedad de microorganismos presentes en cada uno de estos ecosistemas, los cuales a su vez son los responsables de llegar a mantener cierta homogeneidad entre ellos, a pesar de estar ubicados en lugares diferentes y contar con una diversa flora y fauna.

Con este enfoque, Patricia Castillo Ph.D., graduada en Biomedicina en la Universidad de Murcia (España), docente principal e investigadora del EBIOAC LAB de la ULEAM, Ecuador, y cofundadora de la Red Ecuatoriana De Mujeres Científicas, propone observar las mucosas epiteliales como ecosistemas a fin de comprender mejor cómo se relacionan con la salud ambiental, animal y humana.

ENTRE MOCOS Y HABITATS

Un ecosistema se define como un sistema biológico compuesto por todos los organismos que se encuentran en un entorno físico particular, interactuando entre sí [1].

Las mucosas, por otro lado, son membranas del organismo que elaboran una sustancia densa y pegajosa para proteger un órgano o cavidades corporales que tienen una abertura al exterior. Actualmente este tejido es considerado como un componente que cumple diversas funciones, como la supervivencia celular, desarrollo, e interacciones intracelulares e inmunológicas; cambiándose la concepción en la que solo se consideraba como parte del tejido conectivo [2]. Dentro de ella existen 4 tipos de macromoléculas fundamentales: sistema colágeno, sistema elástico, proteoglicanos y glicoproteínas multifuncionales (laminina, fibronectina, tenascina, trombospondina, entre otras). Cada una desempeña funciones de manera integrada con las demás; esto hace que las mucosas sean calificadas como verdaderos complejos funcionales. Los colágenos y el sistema elástico constituyen su arquitectura, las glicoproteínas actúan como moléculas de adhesión del sustrato intercelular, importantes en las interacciones célula-célula y célula-matriz, y los glicosaminoglicanos y proteoglicanos tienen un papel fundamental en el equilibrio hidroelectrolítico y regulación del pH [3].

Con todo esto en mente, los tejidos animales pueden llegar a ser considerados como ecosistemas celulares complejos, compuestos por diferentes tipos de células, que a su vez pueden verse afectados por interacciones mutuas, así como por los elementos de su microambiente. Y con ello, la piel animal es particularmente interesante por su relación directa con ambientes endógenos y exógenos. Por ejemplo, en el caso de los animales acuáticos con piel mucosa, el papel protector de la epidermis como barrera incluye la regulación de la homeostasis iónica mediante procesos mecánicos, moleculares y celulares [1].

UN PEQUEÑO CAMBIO PROVOCA UN GRAN IMPACTO

Patricia menciona en reiteradas ocasiones la relevancia de las mucosas como un modelo que ayuda a comprender cómo las relaciones de la salud del ambiente (biodiversidad y los microorganismos que forman parte de ella) está relacionada con la salud humana, pues todos estos aspectos de están interconectados.

En estos momentos, la ecología y la conservación del medio ambiente es un tema recurrente para la preservación de la vida de todos los organismos, y entre ellos la especie humana. Un importante boletín de calificaciones sobre el estado de la biodiversidad generado por la ONU otorgó calificaciones negativas a las naciones del mundo. Esta perspectiva mundial sobre la diversidad biológica concluye que el mundo no ha cumplido las metas establecidas hace 10 años para proteger la naturaleza. Estamos perdiendo biodiversidad y eso tiene consecuencias muy reales para la salud, la prosperidad y el bienestar de las personas. Aunque todavía hay tiempo para detener, e incluso revertir, la pérdida de biodiversidad, se requerirá de cambios rápidos y sustanciales en la agricultura, la industria y otras actividades. Uno de esos cambios sería incluir el valor de la biodiversidad en las decisiones económicas, como la inversión en infraestructura o los subsidios agrícolas [4].

Referencia principal:

Castillo, P. (2020, 7 de noviembre). ¿Ecosistemas de la piel? Nos deslizamos sobre las mucosas para cruzar los horizontes de la evolución. [Webinar iD-Speech: Divulgación científica de alto impacto]. https://www.facebook.com/1631748396917359/videos/491422701733724

Referencias complementarias:

[1] Castillo-Briceno, P., & Kodjabachian, L. (2014). Xenopus embryonic epidermis as a mucociliary cellular ecosystem to assess the effect of sex hormones in a non-reproductive context. Frontiers in Zoology, 11(1), 1–18. https://doi.org/10.1186/1742-9994-11-9

[2] Saavedra Torres, J., Zúñiga Cerón, L., Vásquez López, J., Navia Amézquita, C., Mosquera Sánchez, L., & Freyre Bernal, S. (2015). La matriz extracelular: un ecosistema influyente en la forma y comportamiento de las células. Morfolia, 7(1), 12–35. Retrieved from https://revistas.unal.edu.co/index.php/morfolia/article/view/50588

[3] Arenas, L. A. S., & de Zurbarán, C. B. (2002). La matriz extracelular: El ecosistema de la célula. Salud Uninorte, 16, 9–18. Retrieved from http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/salud/article/viewArticle/4170/5600  

[4] Stokstad, E. (2020). Global efforts to protect biodiversity fall short. Science, 369(6509), 1418. https://doi.org/10.1126/SCIENCE.369.6510.1418

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